¿Quién tiene la razón en la prensa? ¿Quién no la tiene? ¿Es la prensa el conducto fiable? ¿Son los periodistas servidores fidedignos de la ciudadanía? Desde el principio de mi carrera escritural he visualizado el apogeo de la mezquindad. En cuanto incursione en el periodismo roquero, en 1972, comencé a sentir en mi entorno feroces anomalías de la profesión. Laborando en las grandes redacciones de prensa, vi atrocidades de editores y patriarcas periodistas que no admitían rivalidades en su camino. Pero también he contemplado generosidades de persona superiores que nunca extravían su humildad. Por eso hablo de mi vivencias de los díceres en el periodismo.