La experiencia corporal, a pesar de ser vivida individualmente es planteada como una experiencia social en numerosas investigaciones, en la medida en que cada sociedad crea y construye una manera propia de pensar y relacionarse con los estímulos corporales. Desde una perspectiva histórica, puede afirmarse que no existe propiamente una gramática inteligible y universal del cuerpo humano y de su materia que permita significarlo y apropiarlo de manera unívoca. La manera en la que cada sujeto y sociedad entiende y vive su cuerpo se ha transformado. Parafraseando a Rafael Mandressi, el cuerpo como objeto de conocimiento, es un objeto artificial, nunca natural. Construido como un gran mosaico, Cadáver, polvo, sombra, nada aspira a esbozar indicadores que ayuden a pensar cómo se construyó el cuerpo femenino en la Nueva España a lo largo del siglo XVII. La historia pensada con De Certeau es una recomposición de vestigios que permiten fabricar un cuerpo, un cuerpo textual que viene a sustituir la ausencia de lo que ya pasó. El libro busca sustituir la ausencia de unos cuerpos del pasado que, al pensarlos, terminan por aparecer de alguna forma.