Entre 1920 y 1950, la cerámica engretada de Tlaquepaque vivió un renacimiento en el que la presencia de artistas como Roberto Montenegro, Doctor Atl y Adolfo Best Maugard jugó un papel importante. Aquellos ceramistas lograron una decoración que afirmaba su pasado y se convirtieron en precursores del movimiento de revaloración de las artes populares.