Quebrantadora de estereotipos, de clichés y, sobre todo, sacrílega del lenguaje, el cual manipula con desparpajo casi clitordiano que no le ha impedido imbricar una de las más elegantes prosas de los últimos años, pudiendo decirse, incluso, que en ese aparente desenfado está la clave de la seducción de la escritura de Artemisa Téllez. Envolvente, hipnótica, cálida... esta nouvelle, más que hacer honor a su título se sumerge en él: los amores aquí expuestos son resbaladizos, untuosos, sedosos... como el temperamento mismo de Lala, personaje-fetiche en torno al cual, como bien dice la narradora, giran no solo los demás personajes, sino el sol y las estrellas.