Aliviar el dolor es, para Juan David Nasio, desprenderlo de lo real, transformarlo en símbolo. ¿Y qué significa transformar el dolor en símbolo para darle sentido? No significa en absoluto postular una interpretación de aquello que lo causa, intentar consolar al que lo sufre o alentarlo a vivir su pena como una experiencia formadora que templará su carácter. Según, Juan David Nasio, la función del psicoanalista consiste en la de ser el oyente que, por su sola presencia, puede disipar el sufrimiento recibiendo sus irradiaciones. Según una metáfora musical, el psicoanalista armoniza con el dolor del otro, trata de vibrar con él y, en ese estado de resonancia, espera que el tiempo y las palabras lo desgasten.
A lo largo de las páginas de su nuevo libro, Juan David Nasio quiere mostrarnos ejemplos de que el dolor, en nuestro fuero más íntimo, es el signo indiscutible del paso por una prueba. La muerte de un ser querido o el abandono del ser amado rompe nuestro vínculo con un objeto al que estábamos intensa y perdurablemente apegados hasta el punto de que ese objeto regía la armonía de nuestra psique. Puesto que ese apego se llama amor, Juan David Nasio cree que sólo hay dolor cuando hay un fondo de amor, y que ése es el bagaje necesario para deshacer el camino del sufrimiento.
Realizó sus estudios de medicina en la Universidad de Buenos Aires y su internado de psiquiatría en el Hospital Evita de Lanús. Nasio emigró de Sudamérica a Francia en 1969 para seguir el estudio de Jacques Lacan. En mayo de 1979, pronuncio una lección sobre el tema "sujeto del inconsciente", en el seminario de Lacan.
Durante 30 años fue profesor de la Universidad de París VII Denis Diderot, Sorbonne, y durante très años, tiene un seminario en la école Freudienne de Paris (1977-1980), después de su disolución en 1980, él fundó los Séminaires Psychanalytiques de Paris (1986). Recibió la prestigiosa Legión de Honor francesa (1999).
Además de corregir la traducción en español del libro Escritos1? de Jacques Lacan, es autor de numerosos libros en francés, traducidos en 13 idiomas.