El Dominico Blanco es la obra más esotérica de Gustav Meyrink, un relato poético y onírico, pero también hermético y ocultista, en el que afloran sus profundos conocimientos sobre el taoísmo. Una historia que se desarrolla por completo en una mística versión de la Ciudad de Wasserburg en Baviera, Alemania, elevada sobre un promontorio rodeado por el Río Inn.
La novela describe el viaje espiritual de un joven, un < ser invisible > llamado Christoph Taubenschlag, quien se expresa a través de la pluma del autor. De este modo, Christoph nos relata como guiado por diferentes figuras místicas -su excéntrico padre, el Baron Von Jocher, ciudadano ilustre y farolero honorario de la ciudad; el padre Fundador, su lejano antepasado; la protectora presencia de Ofelia, su amada muerta; y la misteriosa figura del Dominico Blanco -huye de los materialismos en busca de lo trascendental y de su propia individualidad.
Gustav Meyrink (bautizado como Gustav Meier) nació en Viena, como resultado del amorío entre el barón Karl Warnbühler von und zu Hemmingen y una actriz de segunda fila, Maria Wilhelmina Adelheid Meier, probablemente de orígenes judíos. La familia paterna no se interesó por él hasta que se convirtió en un escritor famoso, momento en que le ofrecieron hacer uso oficial de su apellido. Gustav, que había adoptado el apellido Meyrink como nombre artístico, declinó la oferta.
? En numerosos personajes de sus novelas se distinguen los rasgos de sus progenitores: ancianos nobles de hábitos ridículos y actrices fracasadas.
En su obra más conocida, la novela El Golem (1915), Meyrink ofrece una visión simbólica de este personaje legendario del folclore judío, que a su juicio encarna la potencia oculta (monstruosa e informe por estar aún «dormida») que anida en el inconsciente de todos los hombres, y en especial en el de los judíos del gueto de Praga.
Sus novelas posteriores desarrollan la misma fórmula: material tradicional procedente del folclore europeo, reinterpretado desde una perspectiva simbolista y esotérica, influida por la alquimia, la cábala, el budismo, el taoísmo y la masonería, pero enemiga de la teosofía y el espiritismo. Son temas recurrentes el sueño (concebido como puerta a otra dimensión de lo real), el doble y la amada idealizada, según el modelo de la donna angelicata de Petrarca, Ofelia o la niña muerta de Poe.