Quien habla desde su espíritu subterráneo es un mísero funcionario frustrado, enfermizo, susceptible, irritable y supersticioso. También se considera a sí mismo un hombre malo, aunque quede para el lector la valoración
última de tal juicio de valor. Oímos su voz, pero no la dirige a nosotros. Sus apuntes del subsuelo son como el mensaje encerrado en la botella de un náufrago perdido en la isla desierta de su propio mundo interior. Su vida y sus cuitas de amor son anodinas, mas él se consagra a planear continuamente venganzas de ofensas imaginarias, que lo hunden todavía más en su infelicidad.
En este antihéroe existencialista, padre de todos los antihéroes de la literatura moderna, cabe ver el reflejo del alma de Dostoyevski, que escribió estas páginas en un momento de crisis, trastornado por las muertes de su esposa y de su querido hermano, el hundimiento de su negocio editorial y el agravamiento de su adicción al juego. Asistimos en ellas a sus pensamientos sobre la ley natural, el sentimiento de culpa, la fe, el racionalismo o el libre albedrío, preocupaciones características del autor ruso, por lo que esta obra es clave para comprender textos posteriores, como Crimen y castigo, Los endemoniados y El jugador. La solución imprevisiblemente optimista, esperanzadora, del cristiano Dostoyevski al debate entre el nihilismo absoluto y la búsqueda incesante de Dios causó en Nietzsche «una alegría extraordinaria».
Refiriéndose a "El Espíritu subterráneo" comentó: "Le he concedido un reconocimiento extraño, aunque esto vaya en contra de mis más profundos instintos. Sucede lo mismo con Pascal".
Fiódor Mijáilovich Dostoyevski; Moscú, 11 de noviembre de 1821-San Petersburgo, 9 de febrero de 1881) fue uno de los principales escritores de la Rusia zarista, cuya literatura explora la psicología humana en el complejo contexto político, social y espiritual de la sociedad rusa del siglo xix.
Es considerado uno de los más grandes escritores de Occidente y de la literatura universal. De él dijo Friedrich Nietzsche: «Dostoyevski, el único psicólogo, por cierto, del cual se podía aprender algo, es uno de los accidentes más felices de mi vida».4?Y José Ortega y Gasset escribió: «En tanto que otros grandes declinan, arrastrados hacia el ocaso por la misteriosa resaca de los tiempos, Dostoyevski se ha instalado en lo más alto».5