La ética feminista se ha "sexualizado" porque las mujeres, en tanto género, nos hemos creado a través de la interpretación que de los avatares de nuestra sexualidad hace el patriarcado. Sin duda, nuestra opresión es sexual; el género es la sexualidad del poder.
Para proponer una ética feminista del placer es necesario adentrarse en la ética sexual y sus relaciones con el feminismo y hablar del erotismo femenino como condición necesaria para acceder a "otra forma de ser humano y libre, otra forma de ser...." como dijo Rosario Castellanos cuando descubrió que "mujer que sabe latín ni encuentra marido ni alcanza buen fin".