De la plenitud del azar y de sus consecuencias parte el sentimiento de Intemperie. De la poesía de lo diario y de la longitud del recuerdo. Del drama. La vida se concentra en un mismo tiempo, ya que presente y pasado flotan en la experiencia de los personajes: muchas mujeres y algunos pocos hombres, todos protagonistas de las vidas ajenas, gracias a la constante evocación. Quince relatos de carácter autónomo, y a la vez, una misma novela: todas esas presencias se han cruzado casualmente, han proyectado un viaje hacia el interior del otro, aquél que nos justifica el desamor, o la amistad. Lo frío, lo tibio y lo ardiente califican las tres estaciones de la pasión, que es el propio cauce y orden del libro, así como el perfil colectivo de sus caminantes: seres perturbados por la rara belleza de la soledad. Delicioso rescate para el primer y último de los actores, que también aprende a huir.
Existencias intensas y dispuestas bajo la tensión que la forma del relato acentúa en un libro coral de sentimientos, emociones.