No hay rastro del término sodomía antes del siglo XI. Es un concepto artificial creado para juzgar: una invención que será decisiva en el cristianismo occidental. La actual utilización del término es un invento medieval, como lo son nuestras confusiones sobre el auténtico significado de sodomía. La mayoría de los moralistas cristianos han visto la castidad como la forma más completa de respuesta a Dios. El matrimonio fue permitido, aunque no recomendado, como una concesión a la debilidad humana y la continuidad de la especie.
Pero tal concesión no era necesaria para el amor entre el mismo sexo y por tanto toda la fuerza irracional de la condena cristiana se cargó contra este amor.
Inventar la sodomía era inventar una esencia pura del erotismo sin conexión con la reproducción; era aislar lo erótico en estado puro para describirlo como un horror y condenarlo sin concesiones. Sodomía es un nombre no para un comportamiento humano sino el recordatorio permanente del fracaso de la teología cristiana en dilucidar el problema del erotismo; es el nervioso rechazo de los teólogos en entender cómo el placer puede sobrevivir a la prédica de los Evangelios.
Mark D. Jordan es miembro del Center Danforth on Religion and Politics y catedrático de humanidades en la Universidad de Washington en St. Louis. Investiga sobre la historia de las enseñanzas cristianas sobre el sexo, la relación entre la teología cristiana y el poder, y los temas de la homosexualidad en las iglesias cristianas. Ha ganado numerosos premios por su enseñanza e investigación, incluyendo una beca Guggenheim.