Japón es una de esas culturas del mundo que conserva la capacidad de asombrar y embelesar al visitante, de imantar sus ojos y su mente a lo que ofrece, lo tangible y lo intangible. En un mundo que parece tan viajado y conocido, las formas y los modos de este país aparecen nuevos y sorprendentes. Cuando se tienen caracteres ideográficos combinados con silabarios, la manera de pensar y por lo tanto de actuar y crear, debe ser necesariamente distinta. Su cortesía es más un respeto debido a los demás, a las personas, dioses, kamis, espíritus o Budas; un respeto al prójimo para no ofenderlo proclamando la propia perfección. Sólo hay que conocer el lenguaje honorífico japonés, capaz de crear expresiones distintas de un mismo ve