Kei tiene doce años y le apasiona la mitología griega. Un día, un anciano de cejas blancas y barba larga que atiende un puesto de relojes viejos le obsequia uno. Kei curioso por su mecanismo, gira las manecillas y repentinamente una luz cegadora al invadir su habitación lo transportará a otro lugar en otro tiempo.