Yo, el que ve Nos invita a reflexionar, su penetrante crítica sociocultural de la religión y el concepto de unicidad como engaño al hombre, más bien que constituir un panfleto de deserción teológica o de propaganda politeísta. Nos enfrenta al hecho simple de que somos seres que valoran y divinizan: certeza forjada en la duda que arriesga el rescate de los dioses olvidados y de la belleza de su diversidad.