Muchos pensadores han pretendido rescatar la figura del Divino Marqués, cuya importancia en la historia de las ideas humanas es trascendental. Era un verdadero republicano, admirador de Marat, pero enemigo de la pena de muerte, tenía sus propias ideas políticas, poseía un amor acendrado por la libertad, de la que durante tanto tiempo se le privó. Sin embargo, hasta la fecha no se ha podido hacer un retrato auténtico de él, se dice que en su infancia tenía un rostro tan encantador, que las señoras se volvían para admirarlo. Cara redonda, ojos azules, cabellos rubios, sus movimientos eran perfectos y su armoniosa voz tenía acentos que tocaban el corazón de las mujeres. Era cortés hasta la obsequiosidad y afable hasta la unción, y hablaba respetuosamente de todo cuanto uno respeta. Hay quienes dicen que poseía un aspecto afeminado y que desde su infancia era un invertido pasivo.