Para el narrador, trabajador de un instituto psiquiátrico, los sueños no son un aspecto secundario de la vida, sino que les asigna un valor y una intensidad superior a las experiencias de la vigilia.
Cierto día, un hombre llamado Joe Slater ingresa en el instituto. Es profundamente temido por la gente circundante, no tanto por su aspecto, sino por las extrañas frases que suele pronunciar en voz alta cuando está soñando. El nuevo paciente es capaz de observar en sueños ciudades hechas de luz, océanos y montañas inconcebibles, y una extraña música que parece resonar desde Algol, la estrella de los vampiros y los demonios.