Muchos lo definirían como un empresario de éxito, pero hace no tanto tiempo Khalil Rafati era poco más que un vagabundo que dedicaba todas sus energías a traficar y drogarse en los peores ambientes de Los Ángeles. En 2001 se administró una sobredosis de heroína que estuvo a punto de costarle la vida.
Khalil Rafati sabe muy bien lo que significa tocar fondo. Lo hizo una y otra vez. Pero consiguió lo imposible. No solo logró superar su adicción sino que también descubrió su pasión: hacer zumos saludables para ayudar a otros que hubieran pasado por el mismo infierno. Hoy es el dueño de una popular cadena de smoothies ecológicos en California.
Me olvidé de morir es su sobrecogedor testimonio, dedicado a espíritus sedientos de inspiración y redención. Una muestra sincera y vibrante de la fortaleza del espíritu humano cuando apuesta por la vida.