Camus adopta el mito griego de Sísifo, un personaje que pretendió, como Prometeo, dar a los hombres una luz que les permitiera ver claramente el mundo; pero esta osadía ofendió a los dioses, quienes lo castigaron de una manera cruel e ingeniosa, como era su costumbre, privándolo de la vista y condenándolo a rodar una gran piedra desde la parte baja de una colina hasta la cima, lo que era un esfuerzo muy penoso.