Salí corriendo de repente. Sólo me dio tiempo de oír a mi madre, que decía -Pero ¿qué hace ese idiota?- No quería estar con ellos, me negaba a compartir con ellos ese momento. Yo estaba ya lejos, había dejado de pertenecer a su mundo, la carta lo decía. Salí al campo y estuve andando gran parte de la noche: el ambiente fresco del norte, los caminos de tierra, el olor de la colza, muy intenso en esa época del año.