El 14 de febrero de 1987 una mujer de 29 años, harta de los abusos que su esposo cometía contra ella, decidió que, con ayuda de algunos cómplices, era el momento de ponerle fin a aquellas atrocidades y lo mandó asesinar. Una celebración del Día del Amor fue, para ella, más bien una liberación. La mujer de la que hablamos vivía presa dentro de su propia casa. No pudo ni salir al funeral de uno de sus hermanos. Fue testigo de los abusos sexuales que su entonces esposo cometía en contra de una de sus sobrinas de apenas 16 años. La cuestión aquí es que el hoy muerto era uno de los personajes políticos con mayor poder dentro de la capital mexicana de aquella época. Incluso logró ser diputado en el sexenio del presidente José López Portillo. Es un personaje real, aunque pareciera sacado del más crudo e inescrupuloso relato literario. El susodicho respondía al nombre de Rafael Gutiérrez, conocido también como el Rey de la Basura, pues se hizo de un poder tal gracias a que lideró por más de 20 años a los pepenadores de la Ciudad de México...
Y con ese antecedente, el de su padre, ahora se abre de nuevo el expediente de su hijo, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, líder del PRI capitalino, como irónica o atinada metáfora para este personaje que nació y vivió entra la basura que manejaba quien lo procreó a él y a 25 hijos más.
Rey de Oros es una historia original de poder, lealtad, amor, ilusiones y desilusiones. Sus personajes son seres humanos envueltos en el laberinto de la vida, buscando realizar cada una de sus ilusiones. En ocasiones, el alcance de los objetivos es grande y en otras pequeño.
Esta novela relata la historia reciente de México y, a pesar de que en ella el autor no apuesta por lo perfecto, habla de la realidad de un pueblo que está en constante cambio.