En un lote baldío donde los vecinos arrojan basura y desperdicios, un domingo de abril una niña de origen vietnamita limpia un pequeño espacio y siembra un puñado de frijoles. Sin quererlo pone en marcha un ciclo en que la comunidad poco a poco va dejando su habitual aislamiento y desconfianza para participar en la creación de un huerto colectivo.