Pol, un joven trans, visita la consulta de una psiquiatra de la Seguridad Social para que le diagnostiquen «disforia de género». Lo necesita para poder cambiar su identidad de género ante las instituciones del Estado y de la sociedad en la que vive, que aún lo ve y lo trata, a veces, como una mujer. A lo largo de la hora que dura la sesión, Pol no solo se enfrenta a la hipocresía de una sociedad supuestamente avanzada e igualitaria, sino que también dialoga con algunos de sus propios fantasmas y con sus mejores recuerdos.
«Sebastià Portell nos ofrece con Transbordo una obra militante y didáctica, pero también poética y llena de humor. Militante porque su protagonista, Pol, se opone encarnizadamente a la patologización de las personas trans, aunque esta resistencia tenga para él un coste personal elevado. Didáctica porque hay todavía mucha gente que se interroga con perplejidad sobre la necesidad de cambiar de género y sobre las razones por las que cada vez más jóvenes se deciden a hacer esta transición». Marta Segarra (epílogo)