En Crimen y castigo el joven estudiante Raskólnikov decide escenificar su nihilismo y hacer de paso un favor a la sociedad asesinando a una vieja usurera, un «parásito» según sus propias palabras Así se enmarca una novela que expresa la esencia más profunda de la tragedia, a la que el autor altera la catástrofe final mostrando sobre las tablas la historia el crimen y el castigo, esto es, el fruto de la catarsis de la piedad y el terror en el alma del protagonista. Stefan Zweig describió a Dostoyevski como «el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos», pero son una especie singular de almas las que seducen al autor: las almas atormentadas que describe como el escenario del apocalipsis, donde lo más terriblemente humano aparece unido a lo más sublime, la interpretación del filosófico asesino Raskólnikov en la lectura de Sonia, como Lázaro resucitando de entre los muertos; las siniestras y enigmáticas perversidades de Svidrigailov; el apasionante juego mental, transido de humor, entre las inteligencias de Raskólnikov y Petrovitch son algunas de las piezas estelares de una de las cimas de la literatura universal.
Fiódor Mijáilovich Dostoyevski nació en Moscú el 11 de noviembre de 1821, hijo de un violento padre alcohólico, cirujano militar jubilado, y falleció en San Petersburgo, el 9 de febrero de 1881, el mismo año que el zar Alejandro II, bajo cuyo reinado transcurrió la vida de Dostoyevski después de su conversión. Durante el tiempo que relata esta obra el pensamiento del joven talento que había irrumpido con gran éxito en 1845 al publicar Pobre gente el poeta Nikolai Nekrasov había anunciado: «Un nuevo Gogol se ha alzado » cambió radicalmente. Por un lado, pasó a repudiar los movimientos filosóficos de Europa occidental y a exaltar los valores de la Rusia campesina tradicional; por otro, su fe cristiana ortodoxa cobró una fuerza insólita. Dostoyevski empezó a ensalzar las virtudes de la humildad, la sumisión y el sufrimiento; a criticar las ideas nihilistas y socialistas, y a sostener principios afines al movimiento Pochven-nichestvo (Regreso a la tierra), que buscaba la completa emancipación del pueblo ruso por medio de una reforma social desde la Iglesia ortodoxa. En sus novelas, precursoras del existencialismo, complejos y oscuros análisis de ideas, personajes torturados agonizan en torno a temas de angustia, de tormento espiritual y despertar religioso, en medio de un conflicto entre la cultura rusa tradicional y la influencia de la filosofía occidental moderna. Junto a estas inaugurales Memorias del presidio, sus obras más importantes son Crimen y castigo, Memorias del subsuelo, El jugador, El idiota y Los hermanos Karamazov.