La condición natural del ser humano es la alegría, la educación produce éxtasis: he aquí una guía revolucionaria para educadores dispuestos a construir un mundo mejor. "¿Cuántos días conoces en los que sea posible enseñar? ¿Uno de cada cien? Si es así, considérate afortunado. No obstante hay algunos maestros, solo unos cuantos, que pueden hacer que suceda algo todos los días. ¿Cuántos maestros así has conocido en tu vida?" Durante años el legendario George Leonard -aviador de guerra, sensei de aikido y presidente del Instituto Esalen- permaneció sentado en pupitres para niños en aulas de toda América. De esta experiencia nació Educación y éxtasis, el mítico libro sobre la escuela y la transformacion social. Sus ideas, sus técnicas, sus propuestas, cambiarán para siempre al educador que se adentre en estas páginas: el orden precario y artificial que defienden las socidades modernas ha transformado al hombre y a la naturaleza en opositores. Las escuelas que divulgan ese orden se han esforzado en crear generaciones de esclavos del trabajo, privados de toda alegría. Pero la alegría reside en el ser y es el más importante de los reforzadores. La vida y la alegría no pueden sofocarse: el aprendizaje es el fin último de la vida y, en el mejor de los casos, la educación produce éxtasis. Aprender es cambiar. La educación es un proceso que cambia al que aprende. Los educadores son los esforzados galeotes de la Época Civilizada: les hemos encargado los trabajos de Hércules y condenado a perpetuar el mismo sistema del que son víctimas, consagrado a impedir que las nuevas generaciones cambien de manera significativa. Esa educación, suprarracional y demasiado analítica, hizo posibles el colonialismo, la producción en serie, los viajes espaciales, la bomba H, pero no ha logrado hacer felices a los seres humanos, al negarles los medios del cambio en una época que clama con desesperación: "Cambia o muere". Según George Leonard, la nueva educación nos revela que aprender es un deleite, que el aprendizaje es en sí mismo la función última de la vida y que la educación, en el mejor de los casos, es extática: "Es difícil imaginarnos una declaración o un enunciado más revolucionario que: "La condición natural del organismo es la alegría", ya que si eso es cierto, nos están robando todos los días y es posible que el sistema social que nos priva con tanta crueldad de nuestro derecho por nacimiento, deba ser derrocado. "¿Cuántos de nosotros podemos pasar tres o cuatro días extraordinariamente alegres y llenos de gozo, sin tener la sensación, poco después, de que nuestro avión va a estrellarse o que nos partirá un rayo? La alegría amenaza a las cosas tal como son. El éxtasis, como la energía nuclear, es peligroso. Lo único que puede resultar más peligroso es desecharlo y apegarsse a los métodos antiguos que, evidentemente, nos están arrastrando hacia la destrucción. Quizá sea tiempo ya de que los eruditos y los sabios se dediquen al estudio del deleite".