En los primeros doce años del siglo XXI se ha cristalizado y difundido una retórica (política, académica, periodística) acerca del presente mexicano: el país se haya estancado, su economía acusa un desempeño mediocre porque no es capaz de hacer sus reformas estructurales, y no las hace, porque el Congreso y el pluralismo que representa, es disfuncional, atávico, frena la modernidad del país. Este libro tiene como objetivo responder a esa retórica: no es para nada claro que México requiera más ´reformas estructurales´ en el mismo sentido, y es el pluralismo, la incipiente democratización del país, el factor que como ningún otro puso en cuestión la pertinencia de esas decenas de ´reformas estructurales´ que México ya instrumentó en el último cuarto de siglo y que no cumplieron sus promesas ni de crecimiento y mucho menos, de prosperidad. Pero el libro va más allá: ofrece un balance puntual de los resultados de las ´reformas estructurales´ y da cuenta de su común denominador: ninguna ha sido pensada para resolver el problema central: la pobreza y la desigualdad. Y es en este descuido donde anida el fracaso mexicano de los últimos treinta años. Los autores argumentan cómo el país podría abandonar esta época de inseguridad y estancamiento a través de dos grandes cambios: universalizar, sin condiciones, los derechos a la seguridad económica y social y dar paso a una nueva edad de la política, una edad que reconozca y asimile, por fin, el rostro heterogéneo y diverso de la sociedad real para transitar a un régimen parlamentario, cuyas reglas y mecanismos se ajustan mejor al pluralismo realmente existente en el México moderno. Equidad social y parlamentarismo es una interpelación a la discusión política y un llamado a corregir la enorme fractura social del país sin renunciar a las conquistas esenciales -libertad y pluralidad- que la transición democrática nos trajo.