Esta novela retrata de forma descarada e intrascendente la España del culebrón socialista y la riqueza de un lujo muy bonito, sublimes valores instalados como patrones de reconocimiento social omnipresentes. Sin embargo, y aun tratándose de un romance posmoderno en toda regla, el autor va más lejos, casi hasta la epidermis del papel cuche que tan bien analiza, para zambullirse sin prejuicios en las entrañas del culebrón venezolano. Una familia de azulejeros valencianos, una reina de los anuncios de la cerámica y un mogollón de personajes cutres y voraces le sirven para construir un mundo inexistente, desmesurado y alucinante, con el reflejo turbio del otro lado del espejo social, donde las pasiones románticas no pueden ocultar el oropel con el que se construyen en el imaginario colectivo.