Gilberto Owen (1904-1952)[1] es el poeta más errante de la generación de Contemporáneos. Sus mayores aportes se encuentran en la poesía, el poema en prosa, el relato y el género epistolar. En su adolescencia escribió bajo los modelos modernistas, poco después pasó por el vanguardismo, y ya en su etapa madura ajustó su estilo a la versificación libre en herméticos poemas. Sus libros más importantes son Perseo vencido (1948), en poesía, y Novela como nube (1928), en prosa; además de que son famosas sus cartas amorosas a Clementina Otero, actriz mexicana. Su obra trasciende a la literatura universal como uno de los grandes poetas imagineros del verso; según la clasificación del crítico peruano Luis Alberto Sánchez, en su Historia de la Literatura Americana, para aludir a la imagen y la metáfora como los recursos principales utilizados por el poeta.
Por la dispersión de su obra, es también el poeta de su generación leído a cuentagotas, distante y, sin embargo, respetado por la calidad de su poesía, y porque la particularidad de ésta se basa en el coloquialismo de sus versos, redimensionados por la apropiación del lenguaje sometido a las virtudes del verso libre y la reflexión sobre la existencia humana. Es tan coloquial que escribe frases como: Pero esta noche el capitán, borracho de ron
[2] Como hábil poeta, traduce la reflexión que hace de su existencia en la apropiación de un lenguaje sugestivo y sentencioso, nutrido de imágenes y de miradas atentas a fenómenos visuales del paisaje, de objetos y lugares de su travesía. Es asimismo el más místico, impregna de cultura católica su poesía (por ello el calificativo de Conciencia Teológica de Contemporáneos), entremezclada de símbolos, nombres, obras, personajes de la literatura universal, y su admiración por lo moderno, por los descubrimientos que impactaron el mundo durante la primera mitad del siglo xx.