El señor Gibson, viudo, médico de la pequeña localidad de Hollingford, es de los que opinan que «el mundo iría aceptablemente bien sin mujeres». Sin embargo, siempre pendiente de sus pacientes, apenas es capaz de cuidar de su casa y de su hija, a quien empiezan a rondar ya los primeros pretendientes. Pese a todos sus resquemores, decide buscar una mujer con el fin de que gobierne su caos doméstico y cumplir como una madre vigilante para su hija; y contrae segundas nupcias con una maestra de escuela cuarentona, madre a su vez de una muchacha bellísima. La pragmática elección del señor Gibson tendrá, previsible e irónicamente, sus reveses, y la nueva familia no será ajena a una conflictiva trama de secretos, pretensiones, desavenencias e intrigas, en la que los amores y decepciones juveniles, así como los compromisos precipitados, pondrán en peligro muy a menudo el orden deseado.
Hijas y esposas (1864-1866) recuerda a Emma de Jane Austen y anticipa Middlemarch de George Eliot. Aunando el estudio de carácter con el retrato de una comunidad, la última novela de Elizabeth Gaskell es aguda en la observación social, magistral en el tratamiento de los pequeños incidentes, y sorprendente en la creación de sus heroínas. Una de ellas, la inolvidable Cynthia, que no puede evitar atraer a los hombres y se declara «no malvada, pero tampoco virtuosa», constituye una novedosa y casi subversiva aportación a la rígida moralidad de los prototipos femeninos victorianos.
Elizabeth Cleghorn Stevenson (Gaskell de casada) nació en Londres en 1810, hija de un pastor de la Iglesia Unitaria inglesa, además de archivero de Hacienda y periodista. Al fallecer su madre, fue educada por una tía en el pueblo de Knutsford, en Cheshire, que más adelante le serviría como inspiración para ambientar algunas de sus narraciones costumbristas más características, como Las confesiones del señor Harrison (1851) y Cranford (1851-1853; ALBA MINUS núm. 25). En 1832 contrajo matrimonio con William Gaskell, ministro unitario, y la pareja se estableció en Manchester, en aquellos momentos una ciudad superpoblada y socialmente conflictiva, en los inicios de la revolución industrial. El choque que supuso el contacto con esta sociedad quedaría reflejado en varias de sus novelas, especialmente en Norte y Sur (1855; ALBA CLÁSICA MAIOR, núm. XXIV). Durante unos años, se dedicó a su familia y a las labores de caridad y no inició su carrera literaria hasta 1845, después de la muerte de su hijo al poco tiempo de nacer. En 1848 apareció su primera novela, Mary Barton (ALBA CLÁSICA MAIOR, núm. LIV), que obtuvo un éxito inmediato y que llevó a Charles Dickens a pedirle con admiración que colaborara en sus revistas literarias. En 1857 publicó la Vida de Charlotte Brontë (ALBA MINUS, núm. 49), una de las biografías más destacadas del siglo XIX. Gaskell escribió también obras que reflejaban sus preocupaciones morales como La casa del páramo (1850; ALBA CLÁSICA, núm. CIV) o Ruth (1853), piezas breves de género fantástico como sus Cuentos góticos (ALBA CLÁSICA, núm. XCIV) y novelas más volcadas en la intimidad y la vida doméstica como Los amores de Sylvia (1863), La prima Phillis (1863-1864; ALBA CLÁSICA, núm. CIII), e Hijas y esposas (1864-1866; ALBA MINUS, núm. 66), cuyos últimos capítulos dejaría sin concluir a su muerte, acaecida en 1865 en Alton, Hampshire.