A los diecisiete años, Paul Manning, de Birmingham, llega a la pequeña población de Eltham como ayudante del ingeniero del ferrocarril. No muy lejos, en una granja, viven unos parientes de su madre: el pastor de la Iglesia Independiente Holman, su mujer y su hija, a los que a regañadientes se ve obligado a visitar. Sin embargo, la vida pausada que allí descubre, regida como en las Geórgicas de Virgilio por el calendario de las labores del campo, y el conocimiento de su prima Phillis, una muchacha que le aventaja en altura, cultura y sensibilidad, le iniciarán en un nuevo mundo en el que se adentra con respeto y fascinación.
La prima Phillis (1863-1864) es una de las últimas obras de Elizabeth Gaskell y un ejemplo maestro de su estilo de madurez: en ella describe con lirismo una forma de vida en la que la espiritualidad se halla en profunda comunión con la naturaleza, pero donde la esencial fragilidad del corazón humano quizá no esté protegida contra las buenas intenciones y la inexperiencia de un joven. «Un hombre ha de tener cuidado con las artes de seducción que despliega. Algunos lo hacen con la naturalidad e inocencia con que se arrullan las palomas»: no seguir este consejo puede traer dolorosos equívocos, que en esta novela, moderna en su punto de vista y en su final abierto, dan pie a un magnífico tratamiento de la intimidad.
Elizabeth Cleghorn Stevenson (Gaskell de casada) nació en Londres en 1810, hija de un pastor de la Iglesia Unitaria inglesa, además de archivero de Hacienda y periodista. Al fallecer su madre, fue educada por una tía en el pueblo de Knutsford, en Cheshire, que más adelante le serviría como inspiración para ambientar algunas de sus narraciones costumbristas más características, como Las confesiones del señor Harrison (1851) y Cranford (1851-1853; ALBA MINUS núm. 25). En 1832 contrajo matrimonio con William Gaskell, ministro unitario, y la pareja se estableció en Manchester, en aquellos momentos una ciudad superpoblada y socialmente conflictiva, en los inicios de la revolución industrial. El choque que supuso el contacto con esta sociedad quedaría reflejado en varias de sus novelas, especialmente en Norte y Sur (1855; ALBA CLÁSICA MAIOR, núm. XXIV). Durante unos años, se dedicó a su familia y a las labores de caridad y no inició su carrera literaria hasta 1845, después de la muerte de su hijo al poco tiempo de nacer. En 1848 apareció su primera novela, Mary Barton (ALBA CLÁSICA MAIOR, núm. LIV), que obtuvo un éxito inmediato y que llevó a Charles Dickens a pedirle con admiración que colaborara en sus revistas literarias. En 1857 publicó la Vida de Charlotte Brontë (ALBA MINUS, núm. 49), una de las biografías más destacadas del siglo XIX. Gaskell escribió también obras que reflejaban sus preocupaciones morales como La casa del páramo (1850; ALBA CLÁSICA, núm. CIV) o Ruth (1853), piezas breves de género fantástico como sus Cuentos góticos (ALBA CLÁSICA, núm. XCIV) y novelas más volcadas en la intimidad y la vida doméstica como Los amores de Sylvia (1863), La prima Phillis (1863-1864; ALBA CLÁSICA, núm. CIII), e Hijas y esposas (1864-1866; ALBA MINUS, núm. 66), cuyos últimos capítulos dejaría sin concluir a su muerte, acaecida en 1865 en Alton, Hampshire.