Si queremos comprender el concepto de inteligencia lúdica, que se propone en este libro, se necesita como mínimo entender los comportamientos lúdicos e inteligentes que tienen el embrión y el feto dentro del vientre materno, lo mismo que el desarrollo evolutivo del juego hasta la misma muerte.
En consecuencia, es de vital importancia estudiar el juego desde la Psicología pre y postnatal, como también desde los nuevos descubrimientos de la Neurociencia y de la Neuropedagogía. Estas nuevas disciplinas ya ofrecen evidencias tan sorprendentes, como la que el feto entre las once y doce semanas puede caminar, bostezar, se frota los ojos, se estira y patalea, no por razones sicológicas precisas, sino porque juega con su ritmo y con su cuerpo. También salta en el útero, mucho antes de que la madre comience a sentir sus movimientos, seguidamente a las dieciocho semanas su comportamiento lúdico se vuelve más complejo, cuando ríe, se rasca, succiona sus dedos y juega moviendose dentro del líquido amniótico que tiene una densidad y una flotabilidad igual que el agua de mar, siendo un medio muy propicio para el goce y la felicidad lúdica.
