En esta novela Abdelá nos presenta una cierta realidad social y cultural marroquí, desprovista de todo tinte pintoresco y que se halla no obstante anclada en el paisaje magrebí. Un paisaje urbano en un mundo casi rural. Abdelá observa, desde París, ese mundo que lo rodeaba de niño, con el mismo amor, y trata de reencontrarse con una tierra que sus sentimientos nunca abandonaron.