Nuestras posibilidades de llenar nuestras vidas con una relación de pareja excelente y con amistades realmente profundas son infinitas. Sólo tenemos que observar al otro con una mirada de inefable ternura y apreciarlo tal como es. Este libro nos muestra el camino para abandonar las relaciones basadas en las posiciones de poder y cambiarlas por unas cimentadas en la colaboración, la comprensión y la admiración.
La clave para mantener relaciones estimulantes y que nos aumentan la vida radica en afirmar con claridad nuestras necesidades y deseos, y no en negarlos ni menguarnos, no disminuirnos renunciando a ellos, al tiempo que ofrecemos siempre al otro todo aquello bueno que desearíamos para nosotros.
Mis mejores egoísmos nos invita a afirmarnos con respeto y amor, y aceptar también la afectuosa afirmación personal de los demás.
Joaquín Argente dirige encuentros de desarrollo personal en los que el trabajo del cuerpo ocupa un lugar de especial relevancia y lo lleva a cabo mediante trabajo de grupo en el que se practican estiramientos de las cadenas musculares a partir de la Técnica Mézières, combinada con la Bioenergética de Alexander Lowen. Liberar la respiración equivale a liberar las emociones y dejarlas aflorar para convertirlas en acciones creativas, como es el caso de la escritura. Ha dirigido documentales y es escritor de diversos temas en los que el cuerpo y las pasiones siempre ocupan un lugar primordial.
Breve introducción
¿Me dices que no lo sabes? ¡Pues claro
que lo sabes!: pocas actitudes hacen
tan bellas, satisfactorias, agradables y
provechosas las relaciones de pareja
o amorosas como la capacidad para
expresar los deseos y necesidades
de forma directa, sin rodeos pero
también sin exigencias autoritarias:
con espontaneidad amable y cálida.
Esto implica, por ejemplo (¡y no es
poco!), el no esperar que el otro
adivine nuestros pensamientos y
querencias, actitud que suele acarrear
bastantes malentendidos, problemas
y desencuentros. El antídoto, ya lo he
dicho, es justo lo opuesto: la asertividad,
la demanda directa, clara, sin ambages
con un punto de cordialidad y de
ternura de aquello que queremos
y de lo que no queremos.
Este libro trata de las relaciones
maravillosas que podríamos tener
en nuestro ámbito más privado si
fuéramos capaces de expresarnos
con tranquilidad y sosiego sobre
lo que anhelamos: ¿por qué no iba
a dárnoslo la persona que ha decidido
compartir su vida con nosotros?
Y cuando emite su demanda
y nos requiere, ¿por qué no íbamos
a satisfacerla?
El libro trata también de la
reciprocidad. Los seres humanos
soportamos muy mal la ausencia de
reciprocidad en nuestras relaciones.
Para evitar los conflictos que esa falta
conlleva, hemos de estar dispuestos
a ofrecer generosamente lo mismo
que apetecemos. Las relaciones que
nos hacen felices son las de igualdad:
¿queremos respeto? ¡Pues hemos
de dar respeto! ¿Queremos escucha?
¡Pues hemos de ser capaces de ser
espléndidos con nuestra capacidad
para escuchar al otro! ¿Queremos
que sean pacientes con nosotros?
¡Hemos de serlo!... y así con tantas
otras actitudes de la vida cotidiana.
He ahí, pues, la clave de las buenas
relaciones personales y, en particular,
de las más íntimas: el equilibrio entre
lo que damos y lo que pedimos,
y la forma que adopta esa demanda.