Nicolás Guillén irrumpe en 1930 con sus ya legendarios Motivos de Son, que salen del acervo cantor y bailador del pueblo cubano. Nadie como él, por mucha boga que tuviera después la llamada poesía negra y sus ritmos, ha logrado la posesión cabal y fecunda del son en la letra viva de Cuba. Cuba entró en él, con el frenesí de su son universal, y él comenzó a devolverlo en toda su fuerza pura. El son de la letra y el son de la música fueron ya un solo cuerpo perfecto.