Ciro Alegría recogió en todas sus obras la realidad del mundo americano de una manera consiente, asumiéndose como un fiscal acusador. En Los perros hambrientos, quizá su creación más cumplida, aborda el tema del hambre, alternando un lenguaje pulido y correcto en el plano narrativo y descriptivo, así como un auténtico lenguaje dialectal en boca de sus personajes. La naturaleza descrita abandona su papel de escenario para asumir el de un personaje preponderante, donde juntos, hombre y animales humanizados, forman la comunidad andina. Por medio de historias sobrecogedoras y trágicas, con acontecimientos reales o ficticios, desarrollados en un determinado tiempo y espacio, así como la utilización de metáforas, esta novela permitirá al lector conocer el comportamiento del hombre andino ante la lucha por vencer la Naturaleza y el racismo.
Analiza el tema del hambre y cómo este problema afecta a los hombres en su relación con la Naturaleza y los animales, brindando además una real y dramática imagen del desequilibrio existente entre las clases sociales. Ante el problema de la hambruna hasta los perros llegan a odiarse y devorarse entre ellos. El hambre atrapa y desquicia todas las vidas, enfrentándolos con gran crudeza, deslindando las fronteras entre los hombres y animales, entre hombres y hombres, o entre animales y animales, fenómeno bien conocido por los amos y gobernantes autoritarios, incapaces e indiferentes ante fenómenos como sequías, tierras pobres y abandonadas, hambre, desempleo, con la consecuente emigración de poblaciones que buscan mejores horizontes.
El autor insufló una realidad tremenda a la novela indigenista y logró fundir los rasgos de esa civilización, describiendo la problemática social y el desajuste de estas comunidades a la integración civilizadora, obstruida por las ambiciones inescrupulosas del hombre blanco.