Esta obra, refleja la cuestión fáustica por un lado y el narcisismo por el otro. Parte del argumento universal de la eterna juventud, pero el verdadero sujeto de la novela es el narcismo, ya que el personaje principal posee una excesiva admiración a su propio yo, hasta el extremo de no desear otra cosa que conservarse como en el cuadro para siempre.
En Dorian encontramos algo que es frecuente en toda la raza humana, el arduo deseo de la perfección y de la trascendencia, aunque no todos somos narcisistas o hedonistas, si tenemos algo de eso. Esta obra es un retrato brillante sobre la vanidad y la depravación, teñido de tristeza y al mismo tiempo es una recreación del mito del personaje que vende su alma al diablo a cambio de su eterna juventud.