Cuando Peyrefitte escribió este libro a finales de la década de 1970, acababa de volver de una larga estancia en California, donde había descubierto una libertad sexual aún desconocida. Allí, los seventies habían consolidado las conquistas del movimiento hippie, que preconizaba la paz y la libertad sexual.
Todo ello estimula intelectualmente a un Roger Peyrefitte que ya no necesita demostrar nada y que da libre curso a su imaginación y a su deseo de provocar a sus castos contemporáneos, pues esta novela es en cierto modo una ruptura con el estilo y la intención de su obra anterior. Peyrefitte, que nos había hablado de esa sociedad francesa de posguerra que tan bien conocía, parece retomar en Roy a los personajes que poblaban el internado de Las amistades particulares cuarenta años antes, pero libres ahora, tras la experiencia americana del autor, para hacer y decir aquello que no estaba permitido en la timorata Europa de entonces.
Sobre un trasfondo de lucha política por el reconocimiento de la homosexualidad, el autor describe los avatares de un jovencísimo muchacho de buena familia nacido en Beverly Hills. Aunando la necesidad de ganar dinero con el placer, Roy se convierte en un prostituto de lujo, que se reparte entre clientes famosos y protectores multimillonarios.
Así, Roy no es solo un brillante estudio sociológico disimulado bajo una ficción erótica, sino también una novela llena de paradojas y de hipocresía.
Luego de una corta carrera diplomática, fue uno de los escritores franceses más controvertidos1? de la segunda mitad del siglo XX. Estudió en diferentes colegios religiosos (jesuitas y lazaristas) del Sud-Oeste de Francia y luego en la Facultad de Letras de Toulouse. Finalmente entró en la Escuela Libre de Ciencias Políticas, de donde salió como el mejor de su clase en 1930. Fue secretario de embajada en Atenas entre 1932 y 1938. De regreso a París, renunció a la carrera diplomática en octubre de 1940 por razones personales (según sus escritos, por la sospecha que en su contra se adujo de pervertir a un adolescente). Reintegrado al servicio diplomático en mayo de 1943, será destinado a París y en febrero de 1945 le obligarán a abandonar definitivamente la carrera diplomática. Ese mismo año señala el comienzo de su actividad como escritor e historiador.
Peyrefitte siempre se proclamó abiertamente homosexual, o más bien pederasta: « ¡Me encantan los corderos, no los carneros !» (J'aime les agneaux, pas les moutons !). Más todavía que André Gide, y al contrario de Henry de Montherlant de quien él fue durante largo tiempo amigo y cómplice. Peyrefitte concibió su carrera literaria como una militancia valiente y asidua en favor del amor a los efebos.
Este larga lucha por la libertad amorosa no le impidió por otra parte manifestar en diversas ocasiones su simpatía por la tradición católica. Recordemos que él murió a los 93 años, luego de haber recibido los sacramentos de la Iglesia.
Sus obras han sido traducidas a numerosos idiomas (entre ellos al español) pero en particular al italiano y al griego. Un periódico de gran tirada de Atenas, publicó sus obras (lógicamente en griego) bajo la forma de fascículos hacia finales de los años 1970, con el pseudónimo de Rozé Perfit.