Dos extraños en un tren conversan sobre el amor y el matrimonio. Emprendida como una charla de circunstancias, en la que intervienen al principio varios tertulianos, la conversación pronto deviene un perturbador dialogo entre dos personas, Pozdnishev, el respetable burgués que protagoniza la historia, y un interlocutor que asiste anonadado al detallado relato de su descenso a los infiernos: arrebatado por la pasión de unos celos infundados, Pozdnishev ha asesinado a su mujer, y esta novela es su catarsis, el análisis de las motivaciones que lo condujeron al crimen.
Tolstoi sitúa el tema de Otelo en la Rusia de finales del siglo XIX para ofrecer al lector no solo un descarnado análisis de las enfermizas convenciones sociales, dominadas por la hipocresía sexual, sino también una turbadora visión del ser humano hedonista, carente de valores y entregado a la voluptuosidad.
En el epílogo de La Sonata a Kreutzer, publicado en 1890, (un año después de la publicación de la obra) Tolstói hace explícita la intención de la obra, escribiendo:
Debemos abandonar el pensamiento de que el amor carnal es algo sublime y entender que el objetivo digno de un hombre -servir a la humanidad, a su país, a la ciencia o al arte (sin hablar ya del servicio a Dios), cualquiera que sea con tal de que lo consideremos digno de un hombre- no se alcanza mediante la unión con el objeto de amor dentro del matrimonio o fuera de él, sino que, al contrario, el enamoramiento y la unión con el objeto de amor (por más que se intente probar lo contrario en poesía y prosa) jamás facilita el camino hacia el objetivo digno de un hombre y siempre lo dificulta.
León Tolstói
Expone a debate la abstinencia generalizada y opina que este hecho llevaría la extinción de la raza humana. Tolstói describe la castidad como un ideal que proporciona orientación, no como una regla firme e inamovible. Desde una postura totalmente religiosa (que ya explicó en su Confesión, (1882) señala que fue la Iglesia, y no Cristo, quien instituyó el sacramento del matrimonio. El ideal cristiano es el amor a Dios y al prójimo, la abnegación, a fin de servir a Dios y también al prójimo. El amor carnal y el matrimonio, según Tolstói, son un obstáculo al servicio a Dios y a los hombres.