“Copi entronca con cierta ácida ironÃa rioplatense que comienza por ser autoironÃa, fruto de la considerable influencia judÃa e italiana. Abreva en el humor delirante de Ninà Marshall, la escatologÃa del actor de revistas Adolfo Stray, el travestismo pionero de los Cinco Grandes del Buen Humor, las milongas de Ivo Pelay cantadas por Tita Merello o los desplantes barriobajeros de la Negra SofÃa Bozán, y del vodevil altamente urbano de los rubros Paulina Singerman-Juan Carlos Thorry, o Irma Córdoba-Osvaldo Miranda-Enrique Serrano. [...] Orilla el tango e incluso el drama gauchesco, pero no es Gardel, y menos Borges. Es una gloriosa ‘locaÂ’ que sale cada noche al encuentro del placer y del horror –a menudo unidos–; un escritor libérrimo sin posturas ni adscripciones, que concibe una obra teatral a la altura de Beckett o Ionesco, pero infinitamente más divertida”.
Jorge Tambasciov