Al pasar frente al parque, me detuve. Era demasiado tarde para encontrar a Licino, pero las sombras invitaban a pasear con paso de gato, lento y silencioso, con la esperanza de un rondín de policías. Vendré mañana, dije y terminé mi propio rondín sin encontrar ni siquiera un corredor noctámbulo, ni un policía para una emergencia Y yo tenía una porque el sexo, como las drogas, es un vicio en eterna crianza, medra y progresa a costa del trabajo, de la tranquilidad.