De esos libros que penetran sin misericordia en el espinoso mundo infantil para desenredar sus mitos... con un lenguaje preciso y elegante y las metáforas justas para ser brillante sin excederse
Lluis Satorras, Babelia
Esa sucursal del purgatorio que los olvidadizos llaman tierna infancia.
Todo amenaza a este niño. Lo amenaza con el infierno y el hospicio (que son lo mismo), con el ridículo, el ostracismo, la paliza en el recreo. Todo lo acusa: la fría losa del secreto, la gracia cruel de ser un consentido, el culpable placer de los pecados, el rostro mustio que, desde el retrato, le recuerda el inocente que no es y el cobarde que no ha podido dejar de ser.
Amargo y picaresco a la vez, este relato de infancia explora la historia personal que se oculta con vergüenza y la escritura que la exhibe en carne viva. El resultado es una inquietante visión de la nostalgia y el repudio como caras de una moneda que no termina de caer del aire.
Natural de San Ángel, al sur de la Ciudad de México. Hijo único. Nieto favorito. Fabulador temprano. Alumno renegado. Amigo de los perros. Descendiente exaltado del punk británico y el boom latinoamericano, entiende la ficción como bandidaje y se asume secuaz de sus protagonistas. Obtuvo el VI Premio Internacional Alfaguara de Novela por Diablo Guardián y es asimismo autor de Éste que ves, Puedo explicarlo todo, La edad de la punzada, Los años sabandijas (novelas), El materialismo histérico (relatos) y Luna llena en las rocas (crónicas). Publica la columna Pronóstico del clímax en el diario Milenio, entre otras colaboraciones periodísticas. Más allá de todo ello, encuentra extravagante que haya vida después de David Bowie.